El síndrome de intestino irritable es uno de los trastornos digestivos más frecuentes en la población. En nuestro país cerca del 20% de las personas lo padece, a quienes les provoca fuertes dolores abdominales recurrentes.
“En general se trata de una dolencia crónica con al menos tres meses de evolución, genera dolor abdominal, hinchazón, alteración del ritmo intestinal con diarrea, constipación (estreñimiento) o alternancia entre ambas, asociado muchas veces a estrés emocional”, comenta el doctor Agustín Fadic, especialista en gastroenterología de CEDID.
Este trastorno digestivo que afecta al intestino grueso puede causar un gran deterioro en la calidad de vida de las personas que la sufren.
El colon irritable es más común en mujeres jóvenes, entre 20 y 40 años, y su aparición se puede atribuir a muchos factores, entre ellos: predisposición genética, factores psicosociales como trastornos ansiosos o del ánimo, factores infecciosos como posterior a una gastroenteritis infecciosa y alteraciones en la microbiota (bacterias del intestino).
Los signos y los síntomas incluyen cólicos, dolor e hinchazón abdominal, gases, diarrea y/o estreñimiento. Su causa no es orgánica, es decir, no está asociada a una enfermedad anatómica anterior, por lo que su origen puede ser tensional.
Sin embargo, sus principales síntomas son el dolor y la distensión abdominal, asociado a alteración del ritmo intestinal (frecuencia de evacuaciones intestinales).
“El dolor abdominal suele ser difuso o localizado en abdomen inferior, que se alivia tras la defecación y suele no presentarse mientras se está dormido. Las alteraciones del ritmo intestinal pueden manifestarse con predominio de estreñimiento o diarrea.
La distensión abdominal y el meteorismo o hinchazón se desarrollan progresivamente durante el día, el paciente relata que despierta sin molestias, pero estas se van presentando e intensificando durante el día”, agrega el gastroenterólogo.
La observación de los síntomas es de vital importancia, ya que muchos de estos pueden ser confundidos con otras enfermedades intestinales. Por lo que es imprescindible acudir con un especialista en patologías digestivas para contar con un diagnóstico correcto.